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Valeria, una historia inspiradora de Tesos por el Ambiente

Valeria Ramírez Castillo, participante Tesos por el Ambiente 2024
Karen Daniela Ferrín

Creado por: Lola Ferrin

En una casa del oriente caleño, entre máquinas de coser, retazos de tela y las manos ágiles de una madre y su hija, crecía en silencio una semilla de esperanza. Valeria Ramírez Castillo, con apenas 16 años y una vida ya marcada por desafíos, comenzaba a trazar su camino hacia un sueño que parecía lejano, estudiar Biología, dedicarse al medio ambiente y transformar su realidad. Hoy, esa semilla florece. Valeria es una de las ganadoras de la beca del 90% en el marco de la Estrategia Tesos por el Ambiente, una alianza entre la Javeriana Cali y la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca que promueve la educación ambiental entre jóvenes y adultos de la región. Su historia no solo es testimonio del poder transformador de la educación, sino también de la resiliencia, el amor familiar y la fe inquebrantable.

Valeria se graduó del colegio en el 2022 y, con la intención de no perder tiempo, se inscribió en el SENA para estudiar Análisis de Muestras Químicas. Sin embargo, una bacteria en el riñón detuvo su camino académico. La salud la obligó a dejar los laboratorios, pero no su impulso de seguir adelante. Desde los 11 años sabía manejar máquinas industriales de confección y junto a su madre montó una pequeña microempresa en casa. “El trabajar desde la casa es un privilegio porque te da tiempo para resolver cosas médicas... para muchas cosas”, dice hoy con serenidad.

Esa casa, además de taller y refugio, fue escenario de tiempos difíciles. “En mi casa se presentaban problemas de violencia intrafamiliar. Era algo que me detenía mucho porque era mi madre la que estaba en esa situación”, cuenta. Pero siempre hubo una red de apoyo: su padre, su abuela, su mamá. Personas que, a pesar de las adversidades, la alentaron a no quedarse quieta.

Un día, una conocida le envió un mensaje que lo cambiaría todo. ‘Vale, están haciendo un diplomado patrocinado por la CVC y la Javeriana Cali. Yo quiero que tú te metas. Además ofrecen dos becas. Yo estoy segura de que si tú te metes, una de esas becas es tuya’. En ese momento, Valeria no sabía si siquiera sería admitida al diplomado, pero había algo dentro de ella que nunca se apagó, “una fe incansable”, como ella misma la llama.

Y fue así como su vida comenzó a transformarse. “El Diplomado en Educación y Gestión Ambiental fue como estar en familia”, recuerda. Allí aprendió a medir la edad de los árboles, a calcular la cantidad de dióxido de carbono que absorben, y descubrió el poder de las ESAL (Entidades Sin Ánimo de Lucro), inspirándose para convertir su taller de confección en una empresa formal que genere empleo. Pero lo que más la marcó fue el ambiente humano. “Todos escuchaban. Todos teníamos la oportunidad de hablar sin pena. Nos sentíamos libres”.

Valeria habla con emoción del respeto que encontró, algo que no siempre tuvo en su vida escolar. “En mi casa estuvimos casi medio año sin energía... muchas veces no me podían llevar comida, y eso causaba que mis compañeras se burlaran de mí”, recuerda. Pero su mamá, su “guerrera”, como la llama, siempre estuvo ahí con palabras de afirmación, “usted puede comprarse el mundo”.

Después de semanas de espera y oración, Valeria recibió el mensaje, había sido seleccionada como becaria para estudiar Biología en la Javeriana Cali. No lo vio el mismo día, sino cuatro días después. “Mi reacción inmediata fue como ‘gracias, Dios’, porque me diste la oportunidad”, dice entre risas y una lágrima que se asoma tímida. “La mejor experiencia de mi vida fue el día que vi ese mensaje. Creo que la emoción no se me va a pasar nunca”.

El sueño de Valeria ahora es encontrar especies endémicas, registrar alguna que aún no haya sido descubierta y, sobre todo, compartir el conocimiento. Desde ya le enseña a su abuela, que vive en Italia, pequeños hábitos ambientales: cerrar la llave mientras se cepilla, no tirar basura. “El conocimiento no se puede quedar conmigo. Hay que llevarlo a quienes no han tenido la oportunidad de estudiar”, dice con una madurez que desarma.

A quienes aún dudan si participar en el Diplomado en Educación y Gestión Ambiental, les lanza una invitación directa y llena de sabiduría. “Jamás hay que cerrarse a ninguna oportunidad. El conocimiento edifica la vida. El diplomado es un boom sensacional”.

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